Hay en estas fechas, por la sensación de fin de un ciclo y de comienzo de otro, una necesidad de ajustar cuentas con la vida que en las revistas resumen divinamente como “buenos propósitos”.
Una necesidad que también tuvieron quienes ya no están entre nosotros, sabiéndose enfermos de muerte. Eso sí es ajustar cuentas en Navidad. Pero la revisión de ellos se quedó en un mirarse sin propósitos, ya con más cuentas pendientes con la muerte que con la vida. Aunque sí, todavía, algunas, con los vivos.
Cuentas que, sin embargo, callaron. Porque ya para qué. Y porque seguramente se sintieron señalados en estos días como si cometiesen una afrenta, por estar enfermos cuando todo debe ser alegría.
Tanto, que hay quien estallándole la presión de la festividad en su calendario de vida termina diciendo, con miedo a ofender: ¿No vienes, hija? Juntémonos todos. Por si…
Hasta que tras un primero y un segundo sin novedad, el tercer por si… se cumple. Y quienes están, suponiendo que le recuerden, le apartan, porque hoy no toca. Ya te dedicamos el 1 de noviembre.